«Ojalá tuviera un perro y no un loro como tú, impertinente y patético. Porque hijo, a base de sacarte las plumas estás que das pena, para qué vamos a mentir. Al menos un perro te conecta con otra gente, es algo que hasta da buena imagen. Pasear con un galgo, un chow-chow, un pastor alemán, realza, da caché. Pues no, tuve que quedarme con un loro que me hace la vida imposible y me corrige las faltas de ortografía. Un loro más inteligente que yo, hay que tener mala suerte…Pero esto se va a terminar, estoy hasta el moño de tenerte en el hombro a todas horas repasándome la vida como un gendarme. He decidido ponerte a la venta en Wallapop y que te aguante otro. Eso sí, para la foto voy a tener que hacer algo, porque así no te van a adoptar ni que te ponga joyas en el cuello fané descangallado. Si no fuera porque mamá te dejó la herencia, te habría abandonado en el primer portal que hubiera encontrado camino a casa. Pero, tiene narices que te llevo a cuestas desde que murió la pobre. Al señorito hay que mantenerlo vivo o me quedo sin paga vitalicia. Pero lo tengo todo pensado, te voy a cambiar por otro como tu, pero tonto, para que el abogado no se dé ni cuenta cuando venga. A ser posible mudo, que estoy de Leonard Cohen hasta aquí, que ni siquiera te puede dar por los Chunguitos, no señor, su majestad tiene un nivel, estaríamos buenos. Te vendo en Wallapop como que me llamo Antonio y me compro otro igualito pero que me deje vivir, que estoy hasta el tupé de verte encima del Ipad picoteando mensajes a mis amigos y cambiándome la foto de perfil. ¡Y dame la contraseña, joder, que te he dicho mil veces que no me la cambies!»