LA SEGUNDA MUERTE DE ILIASS TAHIRI

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(Autor: no encontrado)


Resulta que aquí también hay quien no puede respirar.

Le pasó, en el centro de menores Tierras de Oria de Almería a un adolescente, de 18 años, que no oponía resistencia alguna, según el vídeo que pudo ver cualquiera. Seis guardias, cuidadores -qué ironía-, lo tumbaron en una cama, lo sujetaron, lo ataron boca abajo, con las piernas y brazos abiertos (posición denigrante donde las haya) y retuvieron con sus cuerpos el del adolescente hasta dejarlo muerto por asfixia. Menos mal que era un protocolo “antisuicidio”, un protocolo supuestamente utilizado para ayudar a una persona que está en una situación mental delicada: la de quitarse la vida.

El caso fue archivado en su momento por un juez. El chico que habitaba este infame mundo moderno de Dickens, se llamaba Iliass y había empezado a cultivar una ilusión que, quien sabe, podría haberle salvado del infierno: la cerámica.

Siempre he escrito contra el poder, que es un ente abstracto con muchas caras (todas muy reconocibles). No quiero ni imaginar el que estos vigilantes tienen sobre los chicos a su cargo, no quiero saber por qué siendo el protocolo atar a un chico boca arriba si va a hacerse daño, se le ató boca abajo. No concibo que la manera de impedir a alguien quitarse la vida sea humillándolo y violentándolo. No sé qué hace que un juez desestime el caso y lo archive, existiendo la prueba, fehaciente y filmada, de que no hubo resistencia alguna y el procedimiento era excesivo. Pelillos a la mar, se les fue la mano. Un marroquí menos…

La conciencia se va desgastando, supongo, como la toga.

El poder también está en el desprecio con que seis individuos reducen a un chico vejándolo y asfixiándolo, convencidos de que la ley les ampara y de que no serán castigados por ningún exceso que cometan en la persona vulnerable del que nada cuenta en la sociedad. En esa situación, los derechos del adolescente valen menos que un billete de metro.

Como el policía que puso su rodilla en el cuello de George Floyd y terminó matándolo, estos vigilantes habrán hecho muchas veces esto y mucho más. De hecho, existen otros muchos testimonios de malos tratos y de al menos otra muerte por ataque de corazón de un chico de 18 años unos años antes en este mismo centro. (¿18 años? ¿Ataque de corazón???)

La justicia no se molesta en entrar en casas de negros en Estados Unidos ni en centros de acogida de menores en España, salvo para castigar el hecho de venir de un entorno pobre y problemático. Los derechos no existen para lo que consideran basura social.  ¿Cómo cree el juez que tratarán estos vigilantes al próximo chico que se les rebele?

La rebelión es parte integrante de la adolescencia. Que se lo pregunten a cualquier padre. Un centro de menores debe saber gestionar sin violencia estas situaciones.

La muerte de G. Floyd ha resucitado el paralelismo entre este caso y aquél, pero cuántos quedarán marcados de por vida, anónimamente, por estos tratamientos vejatorios que no llegan a matar, pero sí a herir de muerte la autoestima.

Mientras la justicia permita que los asesinos de un adolescente sigan su actividad profesional con menores como si tal cosa, mientras dejemos a niños en manos de gentes con instintos sádicos, mientras los modos para recuperar a jóvenes problemáticos sigan siendo represivos, mientras detrás de muros de cárceles, centros de acogida, cuarteles militares, etc  el poder sepa que puede actuar impunemente, la justicia no es más que un título colgado detrás de un escritorio que haría mejor función en otra habitación de la casa.

Independientemente de cómo de problemático fuera el chico, esta no es forma de tratar a nadie que no sea un asesino peligroso. Seis hombres inmovilizando a un adolescente deprimido hasta matarlo, de asfixia, de miedo, de humillación.

Ya nunca llegará Iliass a experimentar el placer de dar una forma perfecta al barro.

Está visto que se puede matar de muchas maneras. El juez que desestimó el caso mató a Iliass, por segunda vez, de indiferencia.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Cristina Jarabo Bueno dice:

    Muy triste. Gracias por poner el foco en Ilias y darle entidad.

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