Sin silencio mi casa no existe.
Habitada por un verde corazón
de clorofila,
las piernas de un reloj le taconean
las paredes del salón
con un paso bipolar
y monótono, si cabe.
De alma elástica y versátil,
cambia de careta, de piel
y de entusiasmos
siguiéndonos la broma
jugando a ser distinta,
creciendo con nosotros,
desbordando
el traje mal cosido
de piso proletario
para el que fue pensada
y construida.
Mi casa es un silencio
cargado de nosotros
y amo sus muros,
centímetro a centímetro,
como amo la piel
del que envejece a mi lado
desencantado, vivo,
canoso y paralelo.
“desbordando
el traje mal cosido
de piso proletario
para el que fue pensada
y construida.”
Hay magia en esa estrofa y hay una concatenación final de adjetivos que daría para otro poema y que, de hecho, es ya otro poema en sí misma.
Desencantado, vivo, canoso y paralelo. Un alejandrino que bien podría ser el comienzo de unas memorias. Muy inspirado e inspirador.
Me gustaLe gusta a 1 persona