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Es así. Por más que hagamos y digamos, una mano va siempre a limpiar la mierda mientras que la otra pasa las hojas de la revista archileída que permanece «ad aeternum» en el baño para estos menesteres. No hay alternancia de funciones. Hay una condena azarosa. Uno es zurdo, por ejemplo y la pobre mano izquierda se ve obligada a hacerlo todo, mientras que la otra retoza diletante como una Gala permanente en la vida de Dalí.
¿A qué venía esto? Pues no sé, pero siempre que voy al baño me solidarizo con mi mano izquierda y me indigna que la derecha se lave pudorosa como si hubiera hecho algo más que cortar el papel y pasar la página de la estúpida revista de El País hecha para descerebrados gais (los hay cerebrados, y muchos) que pasa por llamarse ICON. Como si no hubiéramos tenido suficiente con las revistas para descerebradas que inundan las salas de espera de los dentistas y abogados del mundo entero.
Esta revista me asombra, me deja perpleja por el exceso de medios en relación a la falta de cerebro, por la superficialidad de sus artículos escritos por «enfants terribles» sin talento y por su visión de “lo masculino” tan enfocada a un público gay, que asusta. (No porque este público no tenga derecho a su modelo masculino, sino porque se supone que es una revista que representa o retrata la masculinidad icónica del momento, que no es ésta o la especie se terminaría en 15 años…).
Aunque, pensándolo mejor, tal vez me equivoque, tal vez esté perfectamente diseñada para su uso real. ¿Que sería…? Un vuelo rápido por sus páginas brillantes, mientras nos afanamos en las necesidades que nos atan a una tubería con asiento cada día. Durante ese breve lapso de tiempo tienen sentido las caras sin historia de sus modelos púberes, vestidos como espantapájaros, que parecen estar enamorados de su propio reflejo, aunque éste les devuelva un Narciso inexpresivo vestido de fantoche. Tienen sentido estas imágenes como subproductos del baño, como la cortina de ducha o la alfombrilla de Ikea. Una imagen gráfica de la banalidad, vamos; una Nada vestida de Loewe. Es sólo una opinión, claro.
En las horas perdidas que invierto en esta biblioteca (y dado que, cuando compramos El País y viene acompañado de este adolescente impreso, lo lanzamos indefectiblemente a la pila de revistas que vegetan junto a la porcelana blanca) he intentado encontrar algo en ICON que merezca la pena ser leído, fotos que, moda aparte, me quiten la respiración por su belleza o su originalidad (ha habido grandes artistas trabajando en publicidad) algo. Pues no. Alguna entrevista, tal vez. Si el entrevistado era ya, de per se, interesante. Pero nada más.
Este engendro gráfico podría haber sido al que se refiriera el tango “Cambalache” cuando decía “…ves llorar la Biblia junto a un calefón…”. Que, traducido al castellano vendría a describir la situación en la que el sujeto o la sujeta (es broma) le iba arrancando las hojas al libro santo, sentados en el trono cotidiano, para darles un uso algo más práctico, a falta de otro papel más específico para la tarea.
Pero con ICON, ni siquiera. ¿Habéis intentado alguna vez limpiaros el culo con un papel couché? Pues eso.
Saludos.
No conozco (afortunadamente, por cuanto de ella dices) la tal revista. Mi cerámico «asiento» está situado junto a una modesta pero generosa ventana que linda con hermosos bancales de limoneros, de los cuales queda siempre mi mirada prendida. Esas revistas, me parece a mí, roban el brillo y silencian el grito de la luz transformándola en suntuosa mortaja del vacío.
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Tal cual, no podría haberlo dicho mejor…
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Ya que vives por Madrid, te diré que «escribes de puta madre». Me encanta lo que he leído hasta ahora.
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Muchas gracias Fer, la verdad es que he abierto hoy el wordpress mientras desayunaba y lo primero que he leído tuyo me ha gustado también mucho. He reconocido inmediatamente un lenguaje común, que no me digas qué es, pero es. Te leeré cada mañana.
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