Los ojos de Leonard Cohen brillaban más días antes de su muerte que a los treinta años. Tal vez fue descubriendo poco a poco, que nada es demasiado importante salvo la paz con uno mismo. Pareciera que hubiera recorrido el camino al revés que el resto de los mortales y que al final se encontrara, por fin, a punto de nacer. Le escuché en una entrevista en que, vestido de blanco de pies a cabeza, volvía a ser el autocrítico feroz resignado a un éxito que no acabara nunca de comprender del todo. Un hombre que hubiera dialogado toda su vida con un ser superior sólo para descubrir al final del camino que su interlocutor no era mas que otro más de sus poemas.
El Truco final de Leonard Cohen
Recuerdo la primera vez que escuché “If It Be Your Will”. Me quedé perpleja ante la sensación de estar escuchando una oración atea que me desmembraba el corazón que se sentía ya, huérfano de Dios hacía mucho tiempo. La canción me envolvió en su atmósfera trascendente y se convirtió en un momento de recogimiento; todavía hoy cada vez que la escucho me meto en mi cascarón de caracol humano para preguntarme a quién oraba él y a quién yo, cuando la escucho, que no creo creer en nada más que en el Dios de Spinoza, es decir en la substancia inherente a todo lo que nos rodea o el dios-naturaleza, si se quiere. Ahora el hijo listillo le está saliendo a ese Dios natural un poco parricida. La naturaleza va destruyéndose a sí misma si es que somos parte de ese todo substancial, determinado por leyes inabarcablemente oscuras.
Tal vez intentar comprender lo incomprensible nos hace recurrir al lenguaje poético, que es como la física cuántica del discurso normal con el que nos comunicamos. La poesía es como esas pequeñas ciudades medievales llenas de pasadizos por donde escapaban los que los conocían cuando se les venían invasores encima. La poesía nos transporta a una dimensión desconocida utilizando los ladrillos de barro común con los que hablamos cada día. Una palabra corriente, de golpe, significa otra cosa, y yo lo entiendo y él lo entiende y para un tercero es un cristal y para un cuarto una bala que le alcanza en plena frente. Y la palabra es la misma. Hay un milagro en cada palabra que esta creación díscola de la naturaleza que es el hombre, ha ideado: “There’s a blaze of light in every word/it doesn’t matter which you heard/ the broken or the holy Hallelujah”.
Sé que muchas de las palabras con las que Cohen construyó sus torres y poemas sonaban a cuartos llenos de puertas que abrían a su vez mas puertas. Sé que uno se internaba por ese laberinto y se encontraba de vez en cuando en la búsqueda, como quien termina de golpe la huída delante de un espejo. Eso hacen los poetas, supongo.
Lo que no sé es qué voy a hacer cuando me quede sin poetas. O sin los filósofos o pensadores que me han ayudado a comprender algunas cosas y a preguntarme por otras. Y ya se me han ido unos cuantos…Bufones afilados, historiadores activistas, trovadores, luchadores incansables, poetas y espadachines desesperanzados de ambos sexos. Supongo que no se agotan nunca, aunque sean pocos. Pero me ayudaban a vivir.
Lo bueno es que llorar a un poeta es quedarse para siempre con sus bienes, con sus posesiones. Él se va, pero nos quedamos con su substancia hecha de palabras, que es la más duradera cuando queda. Cohen se ha ido elegantemente, cerrando la puerta despacio para no hacer ruido ninguno. Al cerrarla, sin embargo, se han abierto mil ventanas de golpe en las memorias y el poeta ha vuelto en el mismo acto de marcharse, como un mago melancólico que se deshiciera en palomas como truco final de su carrera.
No sé qué me gusta más, si tus imágenes, tus perfumes, tus poesías … o tus escritos.
Quizá sean éstos últimos los que más y mejor hablan de ti, y sin lugar a dudas los que mejor comentan esta realidad tan variada que nos rodea.
Eres artista en el sentido poliédrico de la palabra, tienes múltiples facetas .
Te imprimes en todo lo que haces, en arcilla, en imagen o en un olor. Disfrutando y experimentando en el proceso, nunca dando nada por sentado (¡ni siquiera una receta de cocina!).
Hoy, después de tantos años te veo como una de las personas con más curiosidad por la vida, que he conocido.
Quijotesca, peleona , implicada , y siempre del lado del débil. Fiel a los suyos, emotiva y amante a tumba abierta. Nunca eludes lo desagradable si es injusto , te enfrentas a ello. Siempre te he admirado como ser humano, pero he de admitir que lo que más admiro y disfruto son estos textos cortos, en los que analizas o comentas cualquier pedazo de la realidad.
Aunque no sea mas que por el tiempo vivido, hoy tenemos las cosas más claras. Cuando se nos va alguien como Leonard Cohen ya sabemos que algo se nos va con él, y sin embargo ,él se queda impregnando los pliegues de nuestro cerebro y de nuestra alma con su música y sus letras . Y alguien se preguntará por la importancia del poeta…
Comparto tu texto, tu amor por él. Creo que somos muchos los que le amábamos.
Pero sobretodo aprovecho esta ocasión para expresar mi más sincero respeto por la escritora, que siempre fue y que sale hoy con una palabra precisa, madura y madurada, más sabia que entonces, más vivida…mejor.
Me gustaMe gusta
Reconozco tu seriedad en tus palabras. Me gusta. Y buen final, creo que cierto.
Me gustaMe gusta