¿LIBRA, SAGITARIO?

cuadradamuerte


Este verano ha sido radicalmente diferente, en el plano personal.  Me he encontrado de frente con la más escuálida de las visitas y he conseguido esquivarla a base de suerte.  Si, me he descubierto haciendo como en el chiste, preguntando «¿Dijo usted Libra, Sagitario?» «No, no, le dije Cáncer.»

La palabra en sí misma es intocable, impronunciable, nadie quiere que de sus labios salga ni por accidente.  Los cercanos prefieren decir casi cualquier otra cosa, eluden la palabra como si esta combinación de consonantes y vocales conformaran la estructura del ataúd definitivo y prematuro que el destino nos hubiera asignado.

Yo lo he vivido con una cierta distancia y a la vez con una angustia humana, demasiado humana.  La muerte o su posibilidad, nos acompaña como una sombra indeseada.  Siempre cerca, pero siempre detrás.  Encontrárnosla de frente da un susto de muerte, valga la estupidez.

La esquivamos graciosamente, o tal vez nos esquive ella, que es la que sabe el día y la hora.  Pero pensarla, consentir con resignación el que entre a formar parte del pensamiento diario, es, cuando menos, una experiencia perturbadora.

Lo primero que pensé fue que tal vez nunca llegaría a vivir en Francia.  Ese sueño de esteta que comparto con mi compañero desde hace años y que siempre empujaba hacia delante, hacia el futuro.  Cuando me lo dijeron, me di cuenta de que ese «futuro» tenía fecha de caducidad y de que uno tiene que vivir lo que quiere vivir como quien se come un helado, deprisa, porque se derrite.

Gracias a un diagnóstico precoz y a una operación cuasi relámpago, parece que por esta vez me he librado.  Pero la parca sonríe, sabe que tenemos una conversación pendiente, o una partida de ajedrez, que resulta más elegante.

De todos modos su sola aparición en el horizonte cotidiano llenó de miedo y disimulo todas las miradas.  Hasta la del espejo me miró con temerosa incredulidad.  Yo empecé a probarme pañuelos y a pensar que, después de todo, llevaba tiempo queriéndome renovar el pelo y dejar de una puñetera vez de teñirme las canas – es lo que tiene tener un marido más joven -.  Maneras de tomarse con humor lo que nos produce pánico.

Pero en fin, la muerte se portó, y en esta ocasión me dejó con un «hasta pronto» al que respondí «mejor te llamo yo…» por si las moscas.

Eso sí, el día que me dijeron que tenía un cáncer de pecho pensé «¡a la mierda la dieta! » y me comí mi crêpe con chocolate, que para eso estaba en Francia.

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Loam dice:

    El cáncer me arrebató en un corto espacio de tiempo a los seres que más quería. Mi relación con él ha sido, desgraciadamente, muy «familiar».
    En su último asalto, nadie puede vencer a la muerte, pero sí al cáncer, también tengo constancia de ello.

    Un abrazo, y cuando cumplas 80, ni tartas ni gaitas: celébralo con un buen crêpe de chocolate.

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  2. Las partidas de ajedrez son de guerreros, peleas que se entablan con uno mismo,un paso hacia delante dos hacia atrás… ella la parca siempre nos mira y nos espera pero lo importante es dar los pasos, andar… caminar… vivir…. soñar

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